Protestar
Exponer una persona de forma vehemente su queja, oposición o
disconformidad por algo que considera injusto, inadecuado, ilegal, etc.
A falta de
elecciones, los ciudadanos perciben que la forma de demostrar que la mayoría de
los venezolanos no queremos que Nicolás Maduro y el chavismo sigan gobernando
el país, es a través de manifestaciones masivas de calle; las marchas que tanto
caminamos en 2002, acciones de calle que llamen la atención del gobierno y
perturben su aparente comodidad. Gente en la calle que deslegitime el ejercicio
del poder por parte de un sector político que de acuerdo a las encuestas más
conservadoras, tiene un 75% de rechazo de la población.
Viendo en
retrospectiva este año tan complicado, creo que esa visión reactiva es
equivocada. El error ha sido precisamente ese: luego de la contundente victoria
de los factores de oposición el 6 de diciembre de 2015, que consiguió con votos
la mayoría absoluta de los curules de la Asamblea Nacional, la dirigencia
opositora y los ciudadanos que mayoritariamente los elegimos, nos equivocamos. El
rechazo al gobierno chavista de Nicolás Maduro quedó claro el 6D, esa
confrontación la ganamos de calle, ya estaba totalmente zanjada la diatriba: la
oposición es la nueva sólida mayoría del país que exige un cambio de gobierno.
El camino a
emprender debió ser el del respaldo a la Asamblea Nacional, las manifestaciones
masivas de calle deberían haberse enfocado y convocado para respaldar como
ciudadanos las decisiones y leyes aprobadas por el parlamento. La primera
manifestación masiva, contundente debió ser en respaldo a los cuatro Diputados
electos por Amazonas. Todos los opositores debimos ir, apoyarlos, impedir el
atropello, bloquear el abuso del gobierno por medio del Tribunal Supremo chavista
y dejarles claro que no lo permitiríamos. No lo hicimos. No lo hicimos par
defender la Ley de Amnistía ni las otras
leyes que se han aprobado. No respaldamos en la “calle calle calle”,
masivamente y con contundencia la negativa de aprobar el Decreto de Emergencia
Económica.
Frente al proceso de
convocatoria al Referéndum Revocatorio ocurrió algo similar, las pocas manifestaciones
convocadas fueron reactivas, no se ejerció presión ciudadana para obtener los
resultados establecidos en la Ley, sino para responder a los abusos
obstruccionistas del CNE. Una vez suspendido el Revocatorio, no tiene mucho sentido
llorar sobre el agua derramada.
Es imposible volver
sobre nuestros pasos y optar por una Asamblea Nacional menos confrontacional y
más inclusiva y propositiva, ni podemos a estas alturas revertir las
consecuencias del esbozo caudillista- mesiánico en que nos embarcamos. Tampoco
podemos pretender que con una sola acción de calle, vamos a subsanar nuestra
omisión política y ciudadana de verdadero respaldo al cambio que exigimos el
6D.
Lo que si podemos
hacer es variar el enfoque. El proceso de mediación internacional, mal llamado “Mesa
de Diálogo” ha surgido en un contexto de opacidad, errática política
comunicacional, perversas intenciones divisionistas y tambaleante estrategia. Eso
ha generado que se acentúe la incertidumbre política y social, abriendo
espacios para las aventuras inefectivas y la radicalización de la
arbitrariedad.
¿Cuál creo que es el
antídoto?
Simplificar la
agenda de la mediación internacional: nada puede hacer la oposición para
mejorar el abastecimiento de alimentos y medicinas, o para liberar a los presos
políticos, o para recuperar el Esequibo, mientras el gobierno esté en manos de
Nicolás Maduro y el chavismo.
La agenda del “diálogo”
debe convertirse en el objeto de lucha de los ciudadanos: el rescate del
derecho al voto, que parte del reconocimiento y respeto absoluto a la Asamblea
Nacional constitucional y legítimamente electa, a la mayoría calificada
opositora y a las atribuciones que eso conlleva (selección del CNE y reversión
de la inconstitucional selección de magistrados del TSJ, por ejemplo). La
convocatoria inmediata a la recolección del 20% de manifestaciones de voluntad
para llamar al Revocatorio y la publicación del cronograma electoral.
“El gobierno no va a
cumplir”. No, no va a cumplir. Si seguimos en nuestras casas sin respaldar los
avances y los acuerdos, el gobierno no va a cumplir. Si no respaldamos como
ciudadanos las exigencias que haga la representación opositora en el proceso de
mediación internacional, el gobierno no va a cumplir.
Si quienes se
abrogan la marca registrada de los presos políticos defienden más su prisión
que su libertad –tal como lo hicieron al no defender la Ley de Amnistía- el gobierno
no cumplirá los acuerdos.
¿Calle? ¡Si!
¿Protesta? ¡Si! ¿Para qué? Para respaldar el cambio que exigimos el 6D. Para
respaldar la exigencia de elecciones, para respaldar la exigencia de respeto a
la Asamblea Nacional que nosotros elegimos.
No para decirle al
gobierno que se vaya, para exigirle respeto.
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