jueves, 24 de noviembre de 2016

¿Calle? ¡Sí!



Protestar
Exponer una persona de forma vehemente su queja, oposición o disconformidad por algo que considera injusto, inadecuado, ilegal, etc.


A falta de elecciones, los ciudadanos perciben que la forma de demostrar que la mayoría de los venezolanos no queremos que Nicolás Maduro y el chavismo sigan gobernando el país, es a través de manifestaciones masivas de calle; las marchas que tanto caminamos en 2002, acciones de calle que llamen la atención del gobierno y perturben su aparente comodidad. Gente en la calle que deslegitime el ejercicio del poder por parte de un sector político que de acuerdo a las encuestas más conservadoras, tiene un 75% de rechazo de la población.

Viendo en retrospectiva este año tan complicado, creo que esa visión reactiva es equivocada. El error ha sido precisamente ese: luego de la contundente victoria de los factores de oposición el 6 de diciembre de 2015, que consiguió con votos la mayoría absoluta de los curules de la Asamblea Nacional, la dirigencia opositora y los ciudadanos que mayoritariamente los elegimos, nos equivocamos. El rechazo al gobierno chavista de Nicolás Maduro quedó claro el 6D, esa confrontación la ganamos de calle, ya estaba totalmente zanjada la diatriba: la oposición es la nueva sólida mayoría del país que exige un cambio de gobierno.

El camino a emprender debió ser el del respaldo a la Asamblea Nacional, las manifestaciones masivas de calle deberían haberse enfocado y convocado para respaldar como ciudadanos las decisiones y leyes aprobadas por el parlamento. La primera manifestación masiva, contundente debió ser en respaldo a los cuatro Diputados electos por Amazonas. Todos los opositores debimos ir, apoyarlos, impedir el atropello, bloquear el abuso del gobierno por medio del Tribunal Supremo chavista y dejarles claro que no lo permitiríamos. No lo hicimos. No lo hicimos par defender la Ley de Amnistía  ni las otras leyes que se han aprobado. No respaldamos en la “calle calle calle”, masivamente y con contundencia la negativa de aprobar el Decreto de Emergencia Económica.

Frente al proceso de convocatoria al Referéndum Revocatorio ocurrió algo similar, las pocas manifestaciones convocadas fueron reactivas, no se ejerció presión ciudadana para obtener los resultados establecidos en la Ley, sino para responder a los abusos obstruccionistas del CNE. Una vez suspendido el Revocatorio, no tiene mucho sentido llorar sobre el agua derramada.

Es imposible volver sobre nuestros pasos y optar por una Asamblea Nacional menos confrontacional y más inclusiva y propositiva, ni podemos a estas alturas revertir las consecuencias del esbozo caudillista- mesiánico en que nos embarcamos. Tampoco podemos pretender que con una sola acción de calle, vamos a subsanar nuestra omisión política y ciudadana de verdadero respaldo al cambio que exigimos el 6D.

Lo que si podemos hacer es variar el enfoque. El proceso de mediación internacional, mal llamado “Mesa de Diálogo” ha surgido en un contexto de opacidad, errática política comunicacional, perversas intenciones divisionistas y tambaleante estrategia. Eso ha generado que se acentúe la incertidumbre política y social, abriendo espacios para las aventuras inefectivas y la radicalización de la arbitrariedad.

¿Cuál creo que es el antídoto?

Simplificar la agenda de la mediación internacional: nada puede hacer la oposición para mejorar el abastecimiento de alimentos y medicinas, o para liberar a los presos políticos, o para recuperar el Esequibo, mientras el gobierno esté en manos de Nicolás Maduro y el chavismo.

La agenda del “diálogo” debe convertirse en el objeto de lucha de los ciudadanos: el rescate del derecho al voto, que parte del reconocimiento y respeto absoluto a la Asamblea Nacional constitucional y legítimamente electa, a la mayoría calificada opositora y a las atribuciones que eso conlleva (selección del CNE y reversión de la inconstitucional selección de magistrados del TSJ, por ejemplo). La convocatoria inmediata a la recolección del 20% de manifestaciones de voluntad para llamar al Revocatorio y la publicación del cronograma electoral.

“El gobierno no va a cumplir”. No, no va a cumplir. Si seguimos en nuestras casas sin respaldar los avances y los acuerdos, el gobierno no va a cumplir. Si no respaldamos como ciudadanos las exigencias que haga la representación opositora en el proceso de mediación internacional, el gobierno no va a cumplir.

Si quienes se abrogan la marca registrada de los presos políticos defienden más su prisión que su libertad –tal como lo hicieron al no defender la Ley de Amnistía- el gobierno no cumplirá los acuerdos.

¿Calle? ¡Si! ¿Protesta? ¡Si! ¿Para qué? Para respaldar el cambio que exigimos el 6D. Para respaldar la exigencia de elecciones, para respaldar la exigencia de respeto a la Asamblea Nacional que nosotros elegimos.

No para decirle al gobierno que se vaya, para exigirle respeto.



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