El gobierno se quedó sin dinero. Entre una pésima
administración basada en el derroche y la inexistente rendición de cuentas, la
corrupción más grande de nuestra historia, la aniquilación de la iniciativa
privada y de las exportaciones no petroleras, Venezuela no tiene dinero para
comer.
Producimos petróleo –el poco que producimos-
para pagar deudas que contrajeron Chávez y Maduro para financiar la corrupción
y la burbuja fiscal que los mantuvo en el poder. Y ahora resulta que no pueden
endeudarse. Ningún prestamista le va a dar dinero
al Gobierno, a sabiendas que esas acreencias son nulas al no contar con el aval
de la Asamblea Nacional. Si señores, el “bloqueo financiero” del que hablan los
chavistas no es más que la certeza de ilegalidad de cualquier contrato suscrito
por el Gobierno, que no cuente con el aval de la Asamblea Nacional. Recuerdo
claramente como decidieron anunciar la muerte de Hugo Chávez cuando los chinos
les dijeron: te prestamos plata pero díganos quién es el Presidente. Rapidito
montaron el funeral y de inmediato Jaua en un avión rumbo a China a cuadrar el
cheque.
Sobre eso es que quiere hablar Maduro con Henry
Ramos Allup, como Presidente de la Asamblea Nacional, ese es el centro del diálogo.
Ofrece libertad de presos políticos como parte del negocio, quién sabe qué más
ofrece, pero no a cambio del Revocatorio que saben indetenible, no. Lo que
necesita Maduro es que Ramos Allup mueva los hilos para que la Asamblea
Nacional lo deje endeudarse (más) para seguir oxigenando la cianótica revolución
chavista y poder lanzarse a la campaña por el NO en el Revocatorio. Por eso el
diálogo no incluye el Revocatorio, lo que negocian son las condiciones en las
que el Gobierno quiere hacer campaña: yo dejo de obstruir el proceso y tu déjame
financiar el desastre en el país y mi campaña, esa es la grosera oferta de
Maduro.
Curiosamente, los que parecen más dispuestos al
negocio de riesgo y ventura de financiar al chavismo son los gringos. Miren cuántas
vueltas ha dado ese perro para echarse, ¿no?
No hay nada más riesgoso que ser un dirigente
de un partido de oposición en este momento. Sobretodo uno que crea que puede suturar
la yugular expuesta del gobierno sin salir salpicado de sangre. Hay que tener
cuidado porque en este momento lanzarle cables al Gobierno seguramente no lo
saque del foso, sino que arrastre a unos cuantos con él.
ELQ