viernes, 23 de septiembre de 2016

Resistir y oponerse es desafiar, no adaptarse.


No creo que haya símiles perfectos entre el pasado y el presente, pero definitivamente sí podemos usar ejemplos que nos permitan recordarnos que las estrategias de hoy vienen de experiencias pasadas y que con las salvedades de rigor, podemos prever resultados.

Todos por ejemplo conocemos en mayor o menor medida la hazaña de Bolívar en el “Paso de Los Andes”. Una avanzada militar muy simple: en las peores condiciones climáticas, con los llanos inundados, los andes congelados y un ejército compuesto casi en su totalidad por lanceros de los llanos que en su vida habían visto una cima, Bolívar decide emprender la liberación de Nueva Granada. No sólo el clima era un problema, también hubo adversidades políticas importantes: desde el Congreso se dijo que Bolívar no pidió autorización para la campaña sobre Nueva Granada, no todos los caudillos militares lo apoyaban, Páez lo dejó a la intemperie sin enviar las ayudas que se suponía iba a conseguir en Cúcuta. Aún así, el ejército Libertador avanzó, cruzó los Andes, llegó a Gámeza, donde ocurre el primer combate con fuerzas realistas en territorio neogranadino. Sólo en el trayecto murieron mil ochocientos soldados del ejército Libertador. Ganaron esa primera batalla.

Y ganaron porque la estrategia fue siempre hacer exactamente lo que el enemigo no esperaba que hicieran, sin importar lo difícil y arriesgado que fuera el plan, ese era el plan. Dos meses se avanzada con el agua al cuello y el fusil sobre la cabeza, o en temperatura bajo cero con poco más de una manta con que cubrirse, pero apegados al plan, defendiéndolo sin abandonar, con disciplina y convicción.

Cuando empezamos a votar, empezamos a ganar, porque hicimos lo que el gobierno esperaba que no hiciéramos: convertirnos en mayoría electoral. Todos los que le vendieron el fraude electoral y la abstención, simplemente lo pusieron a Usted a hacer lo que el gobierno quería: a no votar, a buscar alternativas antidemocráticas, a pulverizar el liderazgo opositor, a rogar por un militar (cómo si no hubiésemos tenido un militar de Presidente).

Yo sigo empeñada en conquistar los Andes de la democracia, apegada al plan electoral que es la herramienta que tenemos los ciudadanos, los civiles que construimos este país y lo trajimos a la modernidad, que las charreteras nos han arrebatado.

No me da la gana de ir contra el liderazgo opositor, porque eso es lo que quiere el gobierno. No renuncio a las elecciones porque es lo que quiere el gobierno que hagamos. Es el gobierno lo que quiero cambiar y por eso ni les creo ni me someto a sus mandatos.


Resistir y oponerse es desafiar, no adaptarse. 

ELQ